CEFERINO "EL CUSHAKILLO"
Grande del toreo, gladiador de solera, imponente figura de la estirpe del griego Perseo, laureado goyesco y matador de recto pulso, su muleta barría la arena dejando una estela de olés al sonido del pasodoble, eran las 5 de la tarde y el anís y el tinto corrían por un público excitado por la sangre del noble bragado. La faena terminaba pulcra y esplendorosa como los blancos pañuelos que pedían las orejas y el rabo del valiente morlaco, la vuelta al ruedo a hombros de un enclenque monosabio, vitores y algarabías que lanzaban flores y sombreros a su paso.
la Fama, la Fama que le trajo tantos amigos en bares y cafés, tantos puros y copas de coñac, tantos dramas mujeriegos fueron que así acabó Ceferino por no beber agua en vez de vino.
El Faraón de la Tauromaquia, si, primero del ateneo. Fue que se cortó la coleta cuando su orgullo como matador le hizo seguir vivo como escultura, no quiso dejarlo pasando a un asunto trascendental que su ayuntamiento con aplauso agradeció.